Crítica de SHARKWATER (2022)

(Mala)

Con evidentes recursos limitados, Sharkwater no logra reflotar una formula agotada.

Partiendo de conceptos visuales probados, gracias al aporte de Steven Spielberg y su obra maestra Tiburón, las películas de grandes escualos buscan aterrar a la audiencia con sensaciones posibles. El temor y el respeto que genera la inmensidad del mar por el solo hecho de representarlo se potencia con la especie marina más popular, el Tiburón. Sobre esta base emocional se apoyan las historias de supervivencias de terror marítimo en donde Sharkwater flaquea en todos sus frentes. Con un tiempo de ejecución de 90 minutos, la película desanima con una historia melodramática de telenovela y unos pobres efectos visuales que hunden al film en el fondo del océano. Con evidentes recursos limitados, Sharkwater no logra reflotar una fórmula agotada.

La trama sigue a una pareja que intenta salir de un duelo. Jaelyn (Alicia Silverstone) y Kyle (James Tupper), luego de la pérdida de un embarazo, deciden tomarse vacaciones en una isla tropical. Se hospedan en una villa costera de Vietnam con la particularidad de que el alojamiento es una cabaña flotante, frente a la costa. Durante una gran tormenta son arrastrados hacia mar abierto sin que nadie los pueda ayudar. Con Kyle ensangrentado y sin posibilidades de comunicación, Jaelyn deberá buscar la forma de sobrevivir ante la inminente llegada de los tiburones.

Para empezar la película cuenta con una situación traumática de su protagonista, de la cuál no ha podido superar. Jaelyn ha perdido un embarazo y ello le trae consecuencias psicológicas, con poca tolerancia hacia su marido. La forma en la que se construyen los personajes, como si fuese una telenovela televisiva, en la que abundan reproches, enojos y risas, no ayudan con el tono del film. Se presume que es una película de tiburones, con lo que involucrar un tema tan delicado como es la pérdida de un hijo se siente algo fuera de lugar . Aún así, el director vietnamita Le-Van Kiet insiste en aquellos síntomas con recurrentes flashbacks de la situación, pero se siente mal ejecutado.

En relación a ello, Alicia Silverstone ofrece una actuación con claroscuros. Por momentos desquiciada e intolerante, hecho que resulta entendible por la situación que afronta, pero al mismo tiempo adopta una postura risueña, casi displicente, teniendo en cuenta el peligro que afronta la pareja. Dicho esto, el guion no es ajeno a decisiones inútiles de sus protagonistas. Se anticipa una gran tormenta y son avisados por el conserje del resort, para su reubicación. Pese a ello, deciden seguir durmiendo en una especie de cabaña flotante, mientras un oleaje los aleja de la costa. No es la única cuestionable, habrá otras más. Si el fin es que el observador se agarre la cabeza por lo inverosímil de la situación, dará resultado.

Después de un segundo acto de supervivencia, llegan los tiburones. Sin animo de generar spoiler, los fanáticos de las películas de tiburones tendrán que saber que la amenaza tarda en materializarse. Luego de una hora de ejecución, llegan, pero no de la mejor forma. Los efectos del tiburón son pobres y parecen sacados de un videojuego de computadora para luego yuxtaponerse a la humanidad de los protagonistas. Un verdadero despropósito, que hará bajar el pulgar como si estuviese en el circo romano.

Filmada en los estudios de Universal, en Orlando, Sharkwater cuenta, además, con algunas malas imágenes que hacen que la película luzca barata. Con un presupuesto de ocho millones y medio de dólares, la inversión parece haber sido puesta en Alicia Silverstone. Pero su cara de susto ni sus gritos pueden salvar a la película del desastre. Sobre el final el film quiere salvarse del abismo con algunas escenas sangrientas pero llegan extremadamente tarde.

RESUMEN

Sharkwater, traducción francesa de tiburón, y también conocida como From Below, es una invitación que el observador debe perderse. No hay nada aquí que valga la pena destacar, más allá de alguna situación dramática de Alicia Silverstone. Pero al fin de cuentas, todo se siente mal ejecutado.

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