El thriller de Mel Gibson no efectiviza su propio engaño. Secuestro en Directo (On the Line) tiene un buen comienzo pero su final no es recompensado.
La exitosa carrera de Mel Gibson ha sufrido un desvío hacia el abismo cuando el actor se vio involucrado en algunas declaraciones por demás controvertidas. A diez años de aquél suceso, su imagen ha entrado en decadencia y fue puesto en una lista negra por los grandes estudios cinematográficos. Esto motivó a que Gibson se involucre en películas mediocres o de bajo presupuesto para mantener viva su estampa de estrella de cine o de generar algún dinero, con el menor esfuerzo posible. La realidad es que es un tanto desalentador ver un talento como Gibson desperdiciado durante tantos años sin protagonizar películas a gran escala. Secuestro en Directo, no es un regreso triunfal de Gibson. Ni siquiera entra dentro de sus 15 mejores películas. Pero a pesar de sus fallido final, logra entretener por el carisma del actor. Algo que la dirección a cargo no supo como premiar.
Elvis (Mel Gibson) es un locutor de radio experimentado que trabaja en un programa nocturno, que atrae a un público con diversas problemas personales. Cuando se dispone a salir al aire, una amenazante llamada lo involucra personalmente. Un ex-militar, Gary, decide poner toda su atención cuando le informa que su esposa y su pequeña hija han sido secuestradas por el maltrato que le dio a una exempleada, después de su paso en su programa. Con el destino de su familia en sus hombros o lo que es mejor su voz, Elvis deberá seguir las reglas del juego de Gary para asegurarse de que sus seres queridos salgan con vida.
Secuestro en Directo tiene una premisa simple y moldea su capacidad de atracción en una amenaza inesperada. Es un punto atrapante cuando hay vidas en riesgo y se plantea la forma para llegar a salvarlas. Aquí, Gibson interpreta a Elvis, una estrella de la locución nocturna que está acostumbrada a lidiar con personas desesperadas. Engreído por su capacidad de respuesta y presumido en su resolución, Elvis, recibe una queja de su jefa sobre la forma en que lleva a cabo su programa. El personaje le permite a Gibson desplegar su picardía pero pronto todo se desploma cuando recibe el llamado de Gary, quién llama para afirmar que el estilo mordaz de Elvis destruye vidas.
El reclamo se revela cuando el agresor comunica que su mejor amiga y ex empleada de la radio se suicidó por el trato de Elvis. Con el secuestro de su esposa e hija, comienza un serie de pruebas que se traducen en amenazas verbales si el anfitrión no está dispuesta a sobrellevarlas. Aquí, la dirección intenta atormentar a la audiencia con un suspenso desnivelado. Mientras Elvis y sus acompañantes tratan de recorrer el estudio buscando pruebas de vida, la guía de la voz agresora no tiene el impacto deseado.
Lo mismo sucede con el tercer acto final. Cuando la película muestra algunas cartas, el observador sabrá ganar la partida de antemano. La firme sospecha de que algo es como se cree que es será descubierta y le restará puntos al film. Una apuesta que pierde el factor sorpresa por utilizar dos veces el mismo truco. En relación a ello, se puede decir que en los momentos finales la dirección no aprovecha ni extiende el talento dramático de Gibson, pero a juzgar por los créditos finales no hay una intención clara de que ello ocurra. En definitiva, Secuestro en Directo entretiene pero no logra cerrar las expectativas dejando una falsa sensación de suspenso.