Potenciada por la sobresaliente actuación de su protagonista principal, Emily The Criminal juega con cartas usadas pero logra imponer su propias reglas. Con un guion dinámico, el thriller gana puntos en intensidad y es todo un triunfo.
El bajo mundo del crimen se manifiesta de múltiples formas y ello ha sido motivo para que los hábiles guionista de Hollywood pongan toda su inspiración para recrear posibles situaciones delictivas. Emily The Criminal, cuenta con tales ingredientes y apuesta a una intensidad que a la postre, es bien recompensada. Potenciada por la sobresaliente actuación de Aubrey Plaza, el thriller se nutre de conceptos ya vistos. Juega con cartas usadas pero imponer sus propias reglas. Su resultado es todo un triunfo.
Emily (Plaza) tiene antecedentes criminales. Un violento asalto en el año 2016 le impide sortear una exitosa entrevista de trabajo, cuyo empleador, a sabiendas, le pide que lo manifieste expresamente en su presencia. Frustrada y enojada por su estigmatización decide optar por un camino que le cambiará la vida. Mientras trabaja en un servicio de catering, un compañero le informa sobre un trabajo de pago fácil. Emily necesita el dinero para pagar una deuda estudiantil por un título de arte que nunca recibió, razón por la que la necesidad económica es su principal interés.
En el centro de la escena y sin ningún tipo de coacción, se encuentra en medio de una estafa con tarjetas de crédito. El trabajo consiste en comprar un producto y presentar el “plástico” falsificado y esperar que no la descubran. Con la atenta mirada del jefe de la operación, Yousef, Emily se debate entre hacer algo ilegal y la tentación del dinero fácil.
La película retrata a una persona que se encuentra frustrada por un pasado delictivo que no puede borrar y una necesidad económica que la acecha, un combo peligroso para alguien que intenta reinsertarse en la sociedad. El film no victimiza aquí la posición del personaje sino que la centra en un lugar de toma de decisiones en donde las reglas están lo suficientemente claras para arrepentirse.
Emily, tiene un talento para los dibujos de diseño y espera tener una oportunidad en una agencia de publicidad, mientras su amiga Liz trata de conseguirle una entrevista con su jefa desde adentro. La decisión de Emily es mantenerse por el camino correcto hasta que su compañero de catering la tienta con la posibilidad de ganarse un dinero fácil. Solo tiene que llamar a un número desconocido el que le brindará más información cuando asista personalmente. Hay algo evidentemente ilegal aquí, Emily lo sabe y aún así toma la decisión de arriesgarse. En este sentido, la protagonista transmite momentos de tensión sumamente acertados. Su lenguaje corporal, al igual que sus ojos, exhiben muestras de ansiedad y nerviosismo cuando se adentra en cumplir actos ilegales.
El guion es dinámico y le otorga a Aubrey Plaza la posibilidad de transitar diferentes capas de su personaje. La temática sigue la línea de otras propuestas de genero pero logra imponer sus propias reglas. Esto es, ofrece un nivel de emoción genuino gracias a la sobresaliente actuación de su protagonista. El riesgo personal que corre durante todo el film mantendrá expectante a la audiencia, quien la apoyará en circunstancias complejas. Esta situación de aliento es independiente al hecho ilícito en sí, razón por la cual la actuación de Plaza es más meritoria.
Ahora bien, la película se nutre de actos ilegales posibles. La orquestación de la estafa con tarjetas de crédito no dista mucho de la realidad y eso hace que la intriga se mantenga a flote en todo momento. En este aspecto, el líder de la organización y mentor de Emily, Youcef (Theo Rossi) , tiene un papel destacado. Con todo, Emily The Criminal funciona por una historia ordinaria pero meticulosamente ejecutada y una protagonista que transmite emociones genuinas.