Bruce Willis y John Travolta se vuelven a reunir en una película desechable. Paradise City, no tiene con qué cubrir las apariciones ocasionales de las dos estrellas a pesar de contar con un director competente.
Resulta una atracción ver en pantalla a Bruce Willis y John Travolta en una película de acción. Desde la premiada obra de Quentin Tarantino, Tiempos Violentos, las dos estrellas se vuelven a reunir con un resultado decepcionante. Está claro que la pretensión aquí no va más de allá lo mínimo esperable en cuanto a entretenimiento se refiere, dentro de un guion predecible y un esperable andar luminoso de sus figuras centrales. Pero lo cierto es que la historia les reserva apariciones ocasionales dejando todo el flujo de entretenimiento en actores secundarios. El director Chuc Russell no logra sortear el obstáculo y convierte a Paradice City en un película de acción decepcionante.
La historia sigue a Ian Swan (Bruce Willis), un cazarrecompensas que desapareció en algún lugar de las islas hawaianas. En su búsqueda de un narcotraficante internacional al que ha perseguido durante años, Swan queda atrapado en un fuego cruzado y se presume que está muerto. Su hijo, Ryan Swan (Blake Jenner) sigue el rastro de su padre hacia un inframundo criminal. Acompañado por la ex pareja de su padre, Robbie Cole (Stephen Dorff), y Savannah, una detective local (Praya Lundberg), todos se disponen a encontrar al presunto asesino. Mientras tanto, un corredor de bolsa (John Travolta), amenaza la paz de la isla (Paradise City) con un proyecto de destrucción de sus recursos naturales.
La película, en principio, es decepcionante en su conjunto al abordar diferentes tramas secundarias que se confunden con la principal. La queja radica en la forma de canalizarlas en la cual se presta a confusión. En toda película de bajo presupuesto (Paradice City lo es con todas las letras) hay una clara tendencia a predecir el resultado en beneficio del entretenimiento. Es una formula sencilla, casi automatizada, en donde la escritura es tan lineal como sus secuencias de acción. Aquí, las historias adicionales gozan de un apresuramiento desinteresado que terminan minando la trama principal con una falta de profundización en la motivación del plan del villano en cuestión.
El plan, que incluye la destrucción de los recursos naturales de la isla por un centro de drogas, solo se revela en la mente criminal del ejecutor. Situación que no se dedica mucho tiempo en explorarse y que la dirección no puede suplir con las coloridas imágenes de la isla. Esto hace que la narrativa de Paradice City tenga un andar desinteresado y cansino, con muy poco espacio para que el observador digiera lo que esta sucediendo. También tiene un gran problema de ritmo. Las apariciones ocasionales de Willis y Travolta son cubiertas por actores secundarios que no pueden llevar el interés de la trama. Resulta difícil sentir empatía por ellos atento que no se evidencia ningún tipo de carisma que los identifique.
La decepción llega en su punto culminante cuando se desarrollan las secuencias de acción. Ninguna de ellas tiene un componente confiable. Los movimientos de lucha como las escenas de disparos gozan de gran ordinarez como de una falta total de timing, desaprovechando el talento innato de Willis (a pesar de su diagnostico público de afasia). Resulta llamativo como un director competente como Chuck Russell, responsable de títulos taquilleros como La mascara y El Protector, haya elaborado tremendo descalabro. Las películas de acción tienen que tener como mínimo una sensación de vivacidad y Paradice City no la tiene.